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martes, 15 de abril de 2014

Eclipse de Luna

Oscuridad. Eso es lo que hay. Cuando estás en medio del sol y la luna, lo que hay es oscuridad.
Me siento así, en medio de la oscuridad, que he vivido durante un corto periodo  al encontrarme geográficamente en medio de estos dos colosos; en altamar, esa oscuridad puede ser aterradora, no hay nada. Absolutamente nada. Pero anímica y emocionalmente, estoy también en una zona oscura, una zona a la que llegué sin querer y en la que me encuentro sumergido de manera permanente. No veo nada, no sé lo que hay de frente, ni lo que hay debajo, no sé si hay algo a mi alrededor tampoco. 

Debo comenzar tal vez por decir la verdad, que a pocos sorprenderá: Soy Gay. Y eso, cambia todo, porque la perspectiva, la vida y las emociones de una pareja gay son muy diferentes hoy en día, sobre todo de una pareja que no lo es. Hace casi tres años decidí (porque así es mi naturaleza), que dedicaría mi vida a una persona. Esa persona ha sido mi compañero, mi amigo, mi amante, mi hijo, mi padre, mi hermano, mi dolor de cabeza, mi alma viajera, mi alma gemela, y yo dediqué y entregué mi persona a un proyecto de vida en común, o a un viaje de vida, que me gusta más para está metáfora. Hoy, estoy solo. No por decisión propia, sino porque una vez más una relación es víctima de las circunstancias banales que hoy en día, tenemos que enfrentar.  Los valores no son los mismos, la individualidad y la facilidad para cambiar de persona especial, es en estos días lo que puede prevalecer antes que luchar por lo que se quiere, por lo que se ha conseguido y porque lo que se tiene. En realidad es más fácil dar media vuelta, buscar más, y buscar diferente, porque es más sencillo dar media vuelta que buscar soluciones y que otorgar perdones. 

En mis viajes por el mundo, siempre hubo momentos en los que pensé: "¡wow!, quiero compartir esto con alguien". Y un día, en uno de esos viajes, encontré a alguien que de inmediato me hizo sentir que esa persona había llegado, nunca lo dudé y así inició una lucha por el amor y por el compromiso entre dos personas, ambos ideales en los que creo fervientemente. Inicié una historia que llena sus espacios con paciencia, con tormentas que hubo que enfrentar, con capitales mundiales y pueblos de México, con recorridos en altamar, con vueltas al mundo, con vuelos transatlánticos, con aeropuertos, con pasión, con comprensión, con unión, con vida familiar, con amigos y con mucha esperanza de un futuro mejor. 

Estoy ahora en ese eclipse, sin ver a mi alrededor, porque tal vez no supe llevar el barco a buen puerto, a una zona fuera del eclipse que se avecinaba. Porque esa alma gemela que encontré hace tres años se fue llenando de dudas que no supe resolver, de deseos que no encontré la manera de satisfacer y de enojos que no tuve la capacidad de calmar. Pero sobre todo, porque se llenó de ideas nuevas que no tuve armas para eliminar. Ideas de una falacia de libertad, ideas de conocer nevas rutas y de recorrer caminos antiguos, olvidando el rumbo inicial, descuidando el jardín plantado y la vida actual.  Al final, no pude, no lo logré y no lo vi venir. Ahora estoy a oscuras porque además yo cometí el error de violar la privacidad. Y aquí es dónde entra la prerrogativa del ser humano de estos tiempo, ¿perdonar o no?, cambiar por alguien más, o no. Aquí tenemos que dar la evaluación real y final, y decidir si de verdad es mejor dar la media vuelta o enfrentar como se hacía antes, en  los tiempos buenos y los malos, mientras que prevalezca esa locura que llamamos amor, tal vez todo valga la pena.

Si a mi me preguntan, yo no tiraría la toalla, no dejaría de luchar y no dejaría al amor de mi vida por un enojo o 10. Lo dejaría sólo cuando el amor se hubiera desvanecido.  Pero si hubiera amor aún, volvería a luchar, incansable como es mi corazón. Y aquí estoy hoy, buscando ese amor, en las estrellas que sé que están ahí, pero que no puedo ver. Por favor, que termine el eclipse... y si existe algo en tu corazón, acércate y ayudame en la oscuridad.